Nos encontramos inmersos en una situación tan inesperada como trágica, como es la irrupción de una pandemia a nivel mundial, provocada por la aparición del coronavirus, también denominado COVID-19.
Esta circunstancia es un signo inequívoco de nuestra fragilidad ante acontecimientos de tanta envergadura que sobrepasan nuestra capacidad de reacción y que provocan una incertidumbre total sobre las consecuencias que va a tener en dos planos fundamentales. El primero, sin duda, el sanitario, y el segundo el económico.
A partir de aquí tenemos que reflexionar todos.
Nuestro modelo de sociedad tiene grietas en muchos cimientos fundamentales que lo sustentan. Si queremos dejar en herencia a nuestros descendientes un mundo mejor y un planeta habitable y duradero, tendremos que legislar pensando en el largo plazo y en el bien común como ejes principales de actuación.
Siguiendo esta filosofía sería muy recomendable que los distintos gobiernos de todos los países contaran, de una forma absolutamente activa, con la sociedad civil, reconociendo sus aportaciones y colaborando estrechamente con la misma.
Si pensamos en el futuro de nuestra profesión, hay que seguir reforzando nuestra imagen de marca como nuestra denominación: logo, color corporativo e incluso los contenidos que generemos para transmitir los valores que nos caracterizan. Por ello cuando los ciudadanos piensan que nuestros despachos son franquicias es que hemos logrado el fin que perseguíamos. Somos “GA”, o lo que es lo mismo, garantía de profesionalidad, cercanía y la tranquilidad de nuestros clientes de dejar sus asuntos en buenas manos.
Tenemos que estar preparados y afrontar con plenas garantías la era de la digitalización que marcará el futuro de las empresas. Creo que es el mayor reto al que nos enfrentamos para dar respuesta a nuestros clientes y al conjunto de administraciones con las que colaboramos.
Para ello, tanto los Colegios de Gestores como el Consejo General no debemos regatear esfuerzos en adaptarnos al entorno digital para seguir evolucionando en la tecnología. Nuestros despachos deben ser multidisciplinares, o lo que es lo mismo, organizaciones que presten servicios de toda índole para cubrir las necesidades de las empresas y de los ciudadanos. El asesoramiento integral es fundamental para dar respuestas globales y fidelizar a nuestros clientes.
Institucionalizar los masters universitarios en gestión administrativa en todos los Colegios Administrativos de España como la vía natural de entrada para el ejercicio de la profesión, conviviendo transitoriamente con las pruebas nacionales y autonómicas.
Debemos poner todos los medios a nuestro alcance para conservar la colegiación obligatoria ante la nueva ley de servicios profesionales. Somos corporaciones de derecho público que además de defender los intereses de sus profesionales están amparadas por el Estado. Asimismo, los Colegios desarrollamos una importante función de formación continua de los colegiados y en el cumplimiento estricto de las exigencias éticas para el ejercicio de la profesión. Frente a los que dicen que los Colegios son inflacionistas, convendría recordar que no hay nada más inflacionista que perjudique a un país, en términos económicos, que la falta de ética y códigos deontológicos. La vigilancia en las actuaciones de los colegiados para que se ajusten a esas normas deontológicas beneficia, no solo a la profesión sino al conjunto de la sociedad.
Por último reafirmar nuestro compromiso de servicio a la sociedad, no escatimando esfuerzos y medios para consolidar nuestra posición de colaboradores, tan necesarios como imprescindibles, con todas las administraciones a través del cumplimiento de los convenios que tenemos suscritos.
Joaquín Giner es presidente del Colegio de Gestores Administrativos de Valencia.